El perfil de riesgo, derivado de las fluctuaciones pasadas del mercado, muestra el riesgo al que está expuesta la cartera. Esta evaluación ayuda a armonizar sus inversiones con sus objetivos financieros y su propensión al riesgo.
El perfil de diversificación evalúa la distribución de las inversiones entre distintas clases de activos, regiones y sectores. Esta evaluación ayuda a reducir los riesgos, maximizar los rendimientos y evitar la concentración excesiva en una sola área.
Inversores equilibrados
Esto encaja con alguien joven de corazón, orientado a crecimiento, que prefiere ver la gráfica dispararse aunque de vez en cuando le duelan los nervios. Tolera bien las caídas de doble dígito y entiende que un 90% en bolsa implica tragarse años malos sin huir. Probablemente piensa en objetivos de largo plazo (más de 10–15 años) y ve el bitcoin como la parte gamberra del plan, no como todo el plan. No es una persona obsesionada con el cobro de dividendos, sino con el valor total a futuro. Eso sí, necesita disciplina emocional: si cada caída fuerte invita a tocar botones, el diseño deja de tener sentido.
La estructura es básicamente: “mundo en bolsa” al 90% y un cohete de bitcoin al 10%, vendida como perfil equilibrado. Eso no es equilibrado, es crecimiento agresivo con una pegatina de “balanced” para que suene menos estresante. Frente a carteras típicas equilibradas (que suelen tener 30–50% en bonos), aquí los bonos están tan ausentes como la prudencia en un mercado alcista. Está bien ser agresivo, pero hay que llamarlo por su nombre. Si se busca algo más estable, tendría sentido meter un bloque claro de activos defensivos (bonos de calidad, efectivo algo más visible o alternativos menos volátiles).
Un CAGR del 22,61% suena espectacular: convertir 10.000 en algo así como 39.000 en 5 años es un buen viaje. Pero ojo: eso huele a periodo inflado por mercado muy alcista más bitcoin dopando la media. El “CAGR” es la rentabilidad media anual compuesta, como la velocidad media en un viaje lleno de atascos y sprints; es bonito en papel, pero no refleja los sustos. El máximo drawdown de -17,7% es moderado, pero no garantiza que el futuro sea igual de amable. Past data es como el tiempo de ayer: orienta, no adivina. Sensato revisar qué pasaría con caídas de -30% o más.
La simulación Monte Carlo (mil escenarios distintos) básicamente ha dicho: “esto puede ir muy bien, o solo regular, pero mal del todo casi nunca”. El 5º percentil al 325% quiere decir: en años feos, aún se crece, y el 50º al 3.009% suena casi de cuento de hadas. Pero cuidado: una rentabilidad anual simulada del 33,07% es casi fantasía Marvel; cualquier modelo que suponga que ese ritmo es normal está drogado por el pasado reciente. Monte Carlo solo mezcla datos históricos y supuestos; si las reglas del juego cambian (tipos, regulación, bitcoin explotando), el modelo se queda tonto. Útil como rango, peligroso como promesa.
En clases de activo, esto es básicamente un altar a la renta variable: 89% en bolsa, 10% en “Other” que es bitcoin, y 1% en cash, probablemente lo que sobró de redondear órdenes. Llamar a eso “perfil equilibrado” es como llamar dieta balanceada a comer pizza de muchos sabores. Cuando todo depende de que la bolsa suba y el cripto no se estrelle, la experiencia emocional en un mercado bajista puede ser violenta. Para alguien de largo plazo puede encajar, pero si se quiere dormir tranquilo, falta un bloque serio de activos estabilizadores que no se hundan a la vez que las acciones.
El reparto sectorial está sorprendentemente razonable para lo que podría haber sido un circo: tecnología 25%, financieras 15%, industriales 10%, consumo cíclico 9%, salud 8%, comunicaciones 8%… vamos, bastante parecido a un índice global. Nada de apuestas locas tipo 50% tech y 20% memes. Eso sí, el problema no es el mix interno, sino que casi todo es renta variable; así que cuando el ciclo económico tosa, casi todos los sectores se resfrían. Bien por no sobre-obsesionarse con un sector de moda, pero convendría recordar que “diversificar dentro de acciones” no es lo mismo que “diversificar de verdad el riesgo total”.
Geográficamente, el mensaje es claro: “Estados Unidos o nada”. Un 62% en Norteamérica, con Europa, Japón y Asia desarrollada como figurantes y emergentes en papel de extra. Para un inversor USA esto se parece mucho a un índice global habitual, pero sigue siendo un sesgo doméstico potente. Si USA sigue dominando, fantástico; si el resto del mundo se pone las pilas y EE. UU. se estanca una década, esta cartera irá donde vaya el S&P con un poco de adorno internacional. Podría tener sentido plantear un peso global más alineado con la economía mundial si se quiere menos apuesta “America first”.
En capitalización, esto es casi un calco de un índice amplio: 38% mega caps, 27% grandes, 16% medianas, y un toque de pequeñas y micro para darle sabor. Nada extremo tipo “todo small caps valor porque lo leí en un hilo de Reddit”. Lo bueno: las mega caps suelen ser más estables y líquidas, así que el núcleo es sólido. Lo malo: si las grandes se pasan años planas, el conjunto se queda arrastrando los pies. Si se quisiera más chispa (y más dolor en caídas), se podría subir algo mid/small; si se quiere menos drama, mantener esta mezcla es bastante sensato dentro de lo agresivo de la cartera.
La rentabilidad por dividendo total del 1,47% es más un snack que un sueldo. Entre el 1,10% del mercado USA y el 2,70% internacional, esto no está pensado para vivir de las rentas, sino para crecimiento. Nada de “cartera de dividendos aristocráticos que pagan las vacaciones”; aquí el plan es reinvertir y crecer, no cobrar mes a mes. Está bien si el horizonte es largo y no hace falta flujo de caja. Si en algún momento se quiere usar la cartera para complementar ingresos, habría que pivotar hacia activos que paguen más, aceptando normalmente menos crecimiento y algo más de estabilidad en la rentabilidad.
Las comisiones son insultantemente bajas: 0,03% y 0,05% en los Vanguard, y 0,12% en el ETF de bitcoin, para un TER total del 0,04%. Eso es casi jugar en modo “costes invisibles”. Comparado con muchos productos que clavan 1% o más al año, esto parece que se montó leyendo el manual correcto. Eso sí, comisiones bajas no arreglan un perfil de riesgo mal entendido: pagar poco por una montaña rusa sigue siendo una montaña rusa, solo más barata. Aquí, al menos, el enemigo no son las comisiones; el foco debería estar en si el nivel de riesgo encaja con la realidad emocional y temporal del inversor.
This chart shows the Efficient Frontier, calculated using your current assets with different allocation combinations. It highlights the best balance between risk and return based on historical data. "Efficient" portfolios maximize returns for a given risk or minimize risk for a given return. Portfolios below the curve are less efficient. This is informational and not a recommendation to buy or sell any assets.
En términos de eficiencia riesgo–retorno, esto está más cerca de un portafolio “growth agresivo” que de un punto elegante en la frontera eficiente. La “frontera eficiente” es el conjunto de carteras que dan la mejor combinación posible de riesgo y rentabilidad, no el sueño de “alta rentabilidad con bajo riesgo mágico”. Meter 10% en bitcoin sube mucho la rentabilidad esperada, pero también la volatilidad y los sustos de calendario; es como poner nitro en un coche que ya corría. Para optimizar de verdad, habría que decidir cuánta volatilidad se aguanta de corazón y retroceder un poco hacia activos que recorten los extremos del viaje.
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